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NAVIDAD EN TIEMPOS DE COVID

 NAVIDAD EN TIEMPOS DE COVID

 Jorge Llanque Ferrufino (Bolivia)

Las plazas y parques que se encontraban en el centro de la ciudad estaban adornados con luces multicolores, árboles de navidad, grandes muñecos de nieve, papá noeles, renos, guirnaldas y cajas de regalos colocados en diferentes puntos estratégicos, daban una imagen de tranquilidad y regocijo por la llegada de la navidad.

La iglesia central que estaba casi junto a la plaza principal, tenía una imagen adusta y como único adorno tenía la representación de un nacimiento del niño Jesús a escala natural, que es como generalmente se adornan las iglesias católicas en estas fechas. Con la sola excepción que junto al nacimiento alguien había colocado un papá Noel, que lanzaba un jojojo intermitente.

Sin embargo esta navidad era muy rara… no había gente en las calles, un silencio sepulcral dominaba estos espacios, que era interrumpido por una lluvia intermitente característica de esta época en esa ciudad.

Ocasionalmente  aparecía un carro policial, irrumpía en el silencio de la noche y tal como aparecía, se perdía en la penumbra seguramente buscando a infractores que deambulaban a esas horas nocturnas.

¿La navidad había muerto?, ¿había desaparecido la gente?, ¿Dónde estaban todos en la  navidad del 2020?

El Ministerio de Salud, siguiendo los pasos de otros países, informaba cada noche el número de infectados, muertos y porcentajes departamentales, además en estas fechas declaraba en los diferentes medios de comunicación, lo siguiente:

 

̶ Durante estas festividades, el Ministerio de Salud nos recuerda la necesidad de cumplir las ya conocidas 6M:

  1. Mascarilla: uso de ella todo el tiempo posible. También en reuniones familiares.
  2. Metros: mantenimiento de la distancia física interpersonal de al menos 1,5 m.
  3. Manos: lavado frecuente de manos, preferentemente con agua y jabón.
  4. Menos contactos y en una burbuja estable.
  5. Más ventilación: priorizar las actividades al aire libre y mantener las ventanas y puertas abiertas en la medida en que sea seguro y factible según la temperatura.
  6. Me quedo en casa si tengo síntomas o me han diagnosticado de COVID, si estoy esperando resultados o si he estado en contacto con un caso. En definitiva, minimizar número de relaciones (preferiblemente siempre la misma burbuja).

̶Asimismo, el Ministerio destaca la importancia de respetar el número máximo de personas permitidas en reuniones y que se cumplan todas las medidas necesarias en los encuentros familiares y de amigos/as para evitar contagios. Y es que en las comidas existe un mayor riesgo de infección, por eso, se debe extremar las medidas covid, prioricen el aire libre y utilicen platos individuales, sin fuentes en el centro ni aperitivos para compartir los alimentos. Fin del comunicado.

Pero todo esto, parecía ya no importarle al anciano que de manera dificultosa caminaba en medio de la llovizna, delgado, con los ojos hundidos,  protegía su cuerpo con una chamarra y un sombrero, no le importaba estar totalmente mojado, seguía caminando por las desiertas calles, evitando  el contacto con policías u otras personas.

Avanzaba lentamente… rengueando… parecía estar muy débil, jadeaba con la boca entreabierta, apoyándose a ratos en las paredes para descansar.

De repente, un fugaz recuerdo llegó a su mente.

̶ Cuando niño, junto a los chicos del barrio, nos íbamos en pandillas de adoradores en Navidad, recuerdo a Lucho, Juan, Eduardo y otros más. Éramos como 20 llokallas,  que llevábamos requintos, chullu-chullus (sistros rústicos), pajarillas, silbadores. ¡el José se vestía de negrito rapa bolsa!, era divertido ver como arrojaba un gallo delante del nacimiento, mientras bailábamos y todos corrían, queriendo agarrar al gallo̶ se decía mientras una sonrisa cansada salía de su rostro.    

̶  ¿Como decía esa tonada de villancico?, hummm decía más o menos así:

Estrella del cielo

Aurora del mar

Un gallo nos despertó

Con su lengua tan alegre

Diciendo “Cristo nació”

̶  ¡Jahh!.. Y si nos encontrábamos con otro grupo de rezadores pues ¡samba canuta! a ganar o que ellos sean parte del grupo ¡porque nosotros nunca perdíamos!̶ mientras avanzaba lentamente y una pequeña tosecilla empezaba a afectar sus pulmones.

Tardó en recobrar sus fuerzas, vio que estaba cerca de la plazuela del poeta, donde se paró a descansar un poco, a lo lejos se escuchó un trueno, mientras observa al querubín de piedra que tiene una lira en sus manos.

̶  ¡Hola amigo mío!, aún recuerdo cuando fuiste mi único testigo de matrimonio… ¿la recuerdas, ella era muy hermosa!̶  pero la estatua no le respondía. Sus ojos empezaron a tornarse vidriosos, y hablaba para sí, observando al angelito silencioso.

̶ Hoy, en este mismo lugar donde nos juramos amor eterno, quiero decirle allí, donde esté… ¡gracias por haber sido mi compañera!, me diste un hermoso niño, mi Manuelito, siempre fuiste comprensiva, no teníamos mucho dinero, pero éramos felices, la navidad junto a ti, eran todo risas.

Mi linda esposa, como adorabas regalarnos en el desayuno con buñuelos y pasteles cargados de queso, nos dabas api, porque el chocolate esas veces costaba una barbaridad, jamás volví a probar una picana como la que sabias hacer. ¡Te lo juro mi amor!.

Manuelito siempre tenía un muñeco de sus personajes favoritos tejidos a crochette por ti y recuerdo que le decías que ese juguete, era mejor que el de sus amigos, porque tenía libertad de movimiento y era verdad.

Una lágrima se asomó en su mejilla, trato de alcanzar la mano del querubín, pero no pudo.

̶ Mi querido ángel del amor, envía este mensaje. 

̶ La felicidad con mi esposa no fue eterna. El cáncer se la llevó… ¡la mató! y a pesar de que gaste una fortuna en buscar una cura, no pude salvarla, pero me regocija que ella veló por nuestro hijo desde el cielo… hice todo lo que pude para que nuestro Manuelito, sea un hombre de bien, eso no me lo puede reprochar el  amor de mi vida.  

El anciano se enjugó el rostro de las lágrimas y de la fina lluvia que le impregnaba en todo el cuerpo, mientras continuó su marcha, soltó un ademán de hasta luego a la imagen del querubín, que derramaba lágrimas… lágrimas de lluvia, para despedirse de este sutil confesante.

Ya faltaba poco para llegar a su destino, se escuchó un trueno que curioso iba siguiendo al anciano, pues se escuchó su presencia muy cerca.

De repente el viejo hombre se escondió tras un portón enorme, ya que en la calle adyacente cruzó raudamente una ambulancia con el habitual sonido de sirena,   ̶¡seguramente algún enfermo! y más que seguro de covid̶  se dijo para sí, mientras un sonido seco salía de su garganta, su cuerpo pedía aire y dificultosamente podía cumplir esta demanda. Finalmente un breve escupitajo acabó con la lucha por tener un céfiro en sus pulmones y siguió su lento camino, mientras recordaba la noticia que le habían dado un día antes.

̶ ¡Señor Mamani!, lamentablemente debo informaros que vuestro hijo Manuel, su esposa y la pequeña niña, que supongo era la hija de ellos, han fallecido hace tres días debido a complicaciones del covid-19. Sepa considerar que recién descubrimos el hecho.

̶ Debido a las condiciones de la pandemia, fueron cremados y si desea recoger sus cenizas puede hacerlo en las oficinas del Ayuntamiento de Madrid, nuevamente mis condolencias    ̶finalizó la voz femenina que tenía un tono hispano en el habla.

El anciano no había podido reaccionar, el mismo se encontraba convaleciente  en su cama en el cuarto que alquilaba,  nadie lo visitaba, menos ahora. Recordó que hace cinco días atrás, cuando fue a la farmacia, la dependiente detrás de un muro de plástico y con barbijo de por medio le había dicho  ̶  Parece que lo que usted tiene es covid, debería hacerse el tratamiento, ¡pero está un poco caro!, vaya a la asistencia pública, ahí tal vez le atiendan.

Seguía avanzando, sus ojos estaban enrojecidos, las lágrimas querían brotar de ellos y otro recuerdo vino a su mente.

Recordó cuando despidió a su hijo en el aeropuerto, Manuel estaba feliz junto a su familia, lo había abrazado cálidamente y había prometido comprar una casa y abrir un negocio, -―“para que vivamos todos juntos papá,  apenas consiga lo necesario volveré a Bolivia, te lo prometo papá”―

El anciano perpetuó en su memoria la imagen de los dos jóvenes esposos que se despedían de él y como su nieta le dejó un pequeño obsequio y un beso. Lo último que llegó a su mente fue cuando el avión partía.

El anciano lloro en silencio, se le hizo un nudo en la garganta, recordando a su hijo, a su nuera y a su pequeña nietita, Juanita la “nena” de largas trenzas y ojos negros como aceitunas, Juanita, la nena que le había regalado un hombre de nieve, prometiéndose ambos que iban a ir juntos a adorar al niño Jesús.

 ̶ Te enseñaré como se adoraba antes al niño Jesús̶  había dicho el anciano, mientras la niña le había dado un largo beso en su mejilla ̶ ¡Te quiedo abuedo! repuso la nena.  

Así el anciano continuaba su faena, finalmente, llegó a la iglesia. La lluvia seguía cayendo, esta vez con más fuerza, el curioso trueno siguió acompañándole y esta vez retumbó aún más fuerte. ¡Será por ello que prácticamente la ciudad estaba muerta! El anciano observó el pesebre,  todas las imágenes del nacimiento estaban empapadas, la imagen de Santa Claus, seguía con su JOJOJO.

El anciano, hurgó dentro de sus bolsillos y sacó el muñeco de nieve y dijo: ―¡niñito Jesús esto me ha mandado la Niña... mi niñita Juanita que ya está a tu lado y vengo a cumplir la promesa que te hicimos ambos!

Acto seguido, colocó el hombrecillo de nieve junto al Papa Noel. El anciano se agachó pesadamente pero logró su objetivo.

Retrocedió sin dar las espaldas al pesebre, hizo una venia y comenzó a cantar en medio de la fina lluvia.

Señora Santa Ana

Toca tu campana

Porque el Niño llora

Por una manzana (tosió en voz baja)

 

Señor San Joaquin

Toca tu violín

Porque el niño llora

Por una manzana

(Tomo aire dificultosamente con una inspiración seca)

 

Aporreó el suelo en un charco que se había formado en el piso y dijo.

¡Golpe en Tierra!

Y cantó

En el cielo y en la tierra

¡Jawas pankharita! (que significa en aymara: florcitas de haba)

Una fuerte tos intermitente, le hizo callar por un par de minutos, buscaba llenar de aire sus pulmones, mientras en la soledad de la noche, el Papá Noel seguía cantando su JOJOJO, la lluvia seguía esta vez, más fuerte.

 

El anciano se encaramó, volvió a tomar aire dificultosamente y continúo su adoración.

 

A la media noche en punto

Nació Jesús sol radiante

Que la aurora fulgurante

Ofrece gozosa al mundo (una tos seca intermitente le afectó)

 

Oh que lindo rubicundo

Es Jesús en su belleza

Adoremos pues al Niño

Con alegría y altezzzzzzzzzz…..

 

Cayó de bruces al suelo, la lluvia cesó, el intruso trueno calló, el anciano observó que mágicamente había cielo límpido lleno de estrellas, intento levantarse pero  ya no tenía fuerzas, un charco de agua, rodeaba su cuerpo.

Sonrió… solo atino a dirigir su mirada al pesebre y de manera dificultosa  dijo:

 

Cof cof cof

Ya… me voy (suspiro) me voy

Mi niñito Dios,

Hasta el  próximo año (dificultad para respirar)

Te digo Adiós.

Todos los personajes del pesebre María, José, los reyes magos y el niño Jesús,  miraban al cuerpo yacente, cerca de ellos el pequeño hombre de nieve, incluso el Papa Noel de juguete ya no decía el JOJOJO, había callado, parecía que todas las imágenes estaban llorando, pero eran las ultimas gotas de lluvia que caían de sus rostros.

 

El anciano sintió una paz interior, empezó a sentir que el ambiente se tornaba oscuro… ya no sentía, dolor ni frio, ya no le molestaban sus pulmones, respiraba mejor, simplemente cerró sus ojos y dijo:

  ̶ ¡Ya quiero irme!̶

 

De esa manera esperando el fatal desenlace, pudo escuchar una vocecilla muy conocida por él, que le decía

̶  ¡Abuedo… abuedito!

Abrió los ojos y vio que su pequeña nietita, le observaba toda sonriente, y que además le tomaba la mano, su corazón se llenó de gozo, la niña le ayudó a incorporarse.

̶ ¡Vamos donde mami y papi!̶  dijo la niña y vio que a unos 50 metros se encontraban su hijo Manuel y su esposa, ambos sonrientes y que le abrían los brazos esperándole… el anciano sonrió y los siguió ayudado por su nieta, se fueron juntos a celebrar las navidades.

 

Al día siguiente, en el periódico de la ciudad, salía la noticia. Un anciano murió frente al pesebre de la iglesia central de Oruro y como subtítulo decía: Las autoridades policiales asumen que murió por el covid-19, aunque también se manejó la hipótesis de que haya sido por hipotermia.

 fin

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