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Ataque de Venezuela |
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Por Daniel Prat Jerez (Venezuela)
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Pueblo Nuevo volvió a
ser testigo de otra noche para guardar en la biblioteca. Ya los libros no se
llenan con goles de arco a arco, o con inéditas clasificaciones en Copa
América, conquistas menores al lado de esta nueva página, la cual habla de un
tercer lugar en la eliminatoria mundialista, algo impensable hace poco y que se
materializó ayer con el cabezazo de Oswaldo Vizcarrondo, suficiente para tumbar
a la limitada Bolivia (1-0), ayudada permanentemente por las desacertadas
decisiones del juez Buckley.
Es Vizcarrondo ejemplo
vivo del crecimiento del cuadro criollo, un equipo que ayer se atrevió a jugar
desde el fondo, tocando la pelota desde sus centrales y que supo proponer
cuando el partido le exigió sus credenciales de local.
También supo definir
cuando pudo, aprovechando la ventaja que le daba la altura de Oswaldo, superado
en estatura únicamente en la cancha por su socio Amorebieta.
La jugada no era
nueva, menos para él, quien suma siete goles con la Vinotinto, todos de cabeza.
No necesitó de más el
cuadro criollo, que presionó a su rival mientras la lluvia acompañó, es decir
hasta el último minuto, y que contó con alguna ocasión más, pero que careció de
tino para definirla. Sobre el campo, el equipo mutó constantemente en su dibujo
ante la propuesta defensiva del peculiar DT Gustavo Quinteros, quien vio todo
el partido debajo de un paragüas que le cubría el traje, quizás la única
similitud con su colega César Farías, trajeado también, pero con la firme
intención de ganar el partido desde el primer minuto.
Hasta antes del gol
atacó con tres volantes de manejo, por un momento con dos extremos y la mayoría
del tiempo con luz verde para los dos laterales, posibilidades que le permitía
el dibujo con un solo delantero de su rival.
Pero si el gol fue un
paso determinante, mantener esa ventaja era otro, igual de necesario para poder
cerrar el negocio. En ese punto volvió a ser crucial Vizcarrondo, aliado con
Amorebieta, Rincón y con una grada que jamás dejó de gritar y que silbó cada
posesión boliviana como si tuviera el poder para desbaratarla.
"El que no
cante, no va al Mundial", afirmaba la curva sur del parque, dueña de una
bandera gigante, casi tan grande como las ilusiones criollas. Casi tan grande
como las posibilidades mundialistas de la Vinotinto, dueña desde ayer de tres
nuevos puntos que sirven para alcanzar a Uruguay y Argentina en la tabla y para
ubicarse justo detrás de ellas en la diferencia de goles. La Vinotinto es
tercera de la eliminatoria más difícil del planeta y eso es un motivo más que
suficiente para soñar.